domingo, 2 de agosto de 2015

1. Uno de muchos. (Inmortales)

20 de Octubre del 2013

Julien A. Pernettio

10:08 A.M.

Relajaba el estar sentado en mi propia máquina de escribir, no era aficionado a las computadoras, así que hice el gran esfuerzo de entrar a una página de compra y venta y allí la vi, plateada, con bordes negros y teclas prácticamente nuevas, mi “Lana”, así la llame, porque era tan perfecta como mi gata irlandés color plata que murió el año pasado. Toque su estructura suavemente acariciando cada curva y movimiento en su superficie, me sentía adicto.

Coloque a Lana en la mesa de noche, y me dije a mi mismo que empezaría a escribir mañana por la mañana, no tendría nada que hacer así que tendría mucho tiempo para auto biografiarme.

Creo que ayer fue que tuve la pequeña idea de hace una autobiografía, me sentía libre de expresarme, escribir toda una calamidad de historias, creo que para eso es la biografía, no querría que fuese tan aburrida, quiero que haya acción y mucho, pero mucho movimiento, omitiría los enamoramientos, que fueron muchos. Nadie tendría que saber de quién me enamore, creo. Haría un pequeño paréntesis y diría cuantos fueron y listo, eso es suficiente.

Pero, ¿qué diría acerca de mi fecha de nacimiento y mi vida antes de estos últimos 12 años?

La persona que me encontró era un pintor persuasivo, en Inglaterra, mientras yo agonizaba cubierto en sangre en un callejón sin salida.

No tenía padres, ni allegados, ni amigos, ni nada, solo era yo y mis ganas infinitas de morir, solo y acomplejado.

Me llevo a su hogar y me cuido, mi vida antes de los 15 años es historia, él dice que me acople rápidamente al arte y me regalo su galería para irse a vivir con su mujer, una francesa suyo nombre no recuerdo, quizá Lola o algo por el estilo, bien estilo, prostituta de NY.

En fin, mi cama se sentía fastidiosa, me levante lentamente y me puse de pie a la velocidad de luz, un error debido a que la presión arterial bajo y me tumbo a la cama otra vez. Reí en voz baja, y corría a la cocina. Hice un café rápidamente y tome el periódico debajo de la puerta. Solo podías leer un par de cosas, “muertes y ¡OH!, política”. Tan fascinante el mundo del periodismo como ver una mosca hacer necesidades en tu pan. Mi teléfono sonaba en mi habitación, deje el café y la rosquilla en el mesón, dejando caer una gota al suelo, y corrí a mi habitación, en el segundo piso. Vivía en un apartamento de dos pisos, en Roger St., Chicago me quería matar de frio, el invierno llego antes, la temperatura se sentía demasiado baja mientras subía las escaleras, logre llegar a mi teléfono y conteste con cansancio.

-          -¡Hello!, Flojete.

Era Marie, mi mejor amiga desde hace unos 7 años, creo que nos encontraríamos a desayunar hoy, lo olvidaba por completo.

-          -Hola pendejita, ¿Dónde estás?

-          -Sé que te olvidaste de nuestro secreto y romántico desayuno de hoy, así que voy camino a tu apartamento con Latte, croissants y dos cervezas.

-         - Si, lo siento, y gracias. Me concentre demasiado en mi nueva adquisición y olvide que me llenarías de calorías matutinas.

-         - Calla y ábreme la puerta.

--          Si, su majestad.

Corrí al primer piso, y abrí la puerta con una reverencia, Marie golpeo mi cabeza con el latte y entro rápidamente robando mi puesto en el sofá frente a la TV. Tenía unas plataformas de probablemente 8 cm, que la harían un poco más alto que yo, un abrigo negro y largo para el inmutable frio que yacía afuera, jeans negros y un poco Skinny, y una camisa blanca que le regale el año pasado. Aun así se veía declarable, no es que me gustara es solo que ella era impresionante.

-         - ¿Qué esperas? siéntate, estaba congelándome afuera, que mierda hace el cielo, ¿quiere que me de taticardia?

-          -Dicen que tus curvas calientan la calle, deberías dar vueltas afuera para ver si puedo por lo menos sacar el auto del garaje.

-       -   Idiota. ¿Iremos esta noche al fin?

La segundo cosa importante que me olvidaba de hoy, la fiesta de cumpleaños de Oscar.

Marie y él se conocieron en su trabajo, una fábrica de químicos para el cabello, luego ella se volvió la dueña, y el con su multinacional, llevaron a cabo grandes ventas. Eso fue hace unos 9 años, luego me conocieron a mí, pintor, escultor y escritor, dueño de cinco galerías de arte, las cuales abrí en solo tres años, Llegue por sorpresa de otro país, quería dejar muchas cosas atrás, mi pasado ha sido incontrolable, así como lo será mi futuro. Ellos me sacaron de la desesperación. Los quiero tanto.

Si tuviese un sobrenombre para cada uno seria, Marie “La ridículamente cómica” y Oscar “el ridículamente paciente”. Juraría que se toma una dopante cada día para ser tan paciente y tranquilo, nada podría alterar su aura. Ni mis comentarios sexuales. A mí me dirían Julien “El ridículamente pervertido”. Iba en mi sangre, mis comentarios sexuales creaban polémica, divertida.

-          -Claro que sí, nunca olvidaría su cumpleaños.

-          -Lo olvidaste ¿cierto?

-          -Si, lo siento -Reí por lo bajo mientras ella golpeaba mi cabeza con su puño-.

-         -Y vendrán muchos más si no mantienes tus neuronas sanas.

-          -No dejare el cigarrillo ni en mil años.

Fumaba desde que he tenido consciencia, desde Inglaterra, no lo recuerdo en realidad, ha pasado mucho tiempo, pero aun así, solo es un par de cigarros diarios. No he logrado llegar a la media caja en un solo día.

-          -Te golpearía por mil años, y no es una mentira.

-          -Está bien, pendejita. Hoy es nuestro día libre, ¿qué quieres hacer?

-          -Quería dar una vuelta a la ciudad, arreglarme el cabello, y calentar para esta noche, quizá unas margaritas en “Ride”. ¡Oh!, olvide decirte, tenemos que almorzar en “Gazabon’s”, Majo nos estará esperando, le dije ayer que iríamos y la llevaríamos esta noche.

-          -Bueno, mi agenda esta despejada hoy así que, lo que usted ordene, pero es enserio necesito que des vueltas afuera para sacar el auto.

-          --Imbécil, cállate o terminaras sin cráneo -Me golpeo una vez más, esta vez con una sonrisa en su rostro, ya estaba feliz-.

-          -Lo haremos manualmente entonces, tu cabello podrá aguantar eso.

-          Por favor, antes que el congelador de afuera termine rompiendo mis rizos -Arrugo el rostro con cara de decepción y temor a la vez, se veía cómica-.

Con las palas que estaban en el garaje logramos quitar parte de la nieve que no dejaba abrir mi garaje, y sacamos en Mazda 3 que compre hace 3 meses. Lo deje afuera mientras me daba un baño, Marie espero por mí en el sofá con un latte a medio terminar, me vestí rápidamente con un baggie camuflado, una camisa blanca plana que me encantaba y unas botas marrones oscuro que me regalo un pariente que no sabía que tenía, me mire al espejo, organiza mis semi-lacio cabello color rubio oscuro y baje con un salto asustando a la pequeña Marie que estaba punto de dormir.

-         - ¡Estoy listo! -Grite a pulmón mientras ella hacia un gesto de desagrado con su mano-.

-          -¿Demoras dos putos siglos solo para ir a enlistarte en la marina?

-         - La milicia, y no. Saca tu trasero del sofá, nos vamos.

-         - Por lo menos dame una menta.

-         - Hay muchas en la nevera.

Mientras sacaba las mentas para el camino, lo cual ya era algo normal en nosotros, ir comiendo mentas en camino a cualquier parte por si encontrábamos a el amor de nuestra vida, o existencia, tendríamos que tener aliento de oro, yo tomaba nuestros abrigos y los metía en el asiento trasero. Encendiendo el auto que ya se había calentado lo suficiente grite a Marie que entrara.

-          -Voy, voy, tenía que llenar el bolso.

-          -Tendrás que rellenar la nevera la próxima vez.

-          -Te daré una bolsa mañana, y por favor empecemos a surtir tu maldito refrigerador con yogures, a veces quedo con hambre.

-          -¿El latte no fue lo suficiente para ti?, terminaras gorda como el culo de Kim K.

-          -Asco, calla antes de que terminas con la cabeza en el parabrisas.

-          -Si, su majestad -Alcé las manos con un gesto de detención. Y le di un beso en la mejilla, ella sonrió y dirigió el camino hasta la peluquería-.

11:13 A.M.

El viaje se sentía un poco largo, avanzábamos lentamente, ya que no quería resbalar con tanta nieve, había saltado el curso de “cómo manejar en la resbaladiza nieve sin estrellar con un puto árbol o vaca en la mitad del camino”, Marie miraba por el parabrisas fijando su atención en los hermosos caninos que paseaban con sus dueños por la acera, ¡maldición!, debería comprar un perro, me encantan de alguna manera. Quizá solo era yo fijándome en los perros, seguramente ella miraba el vestido de una rubia seca y pálida que corría en pleno medio día en las frías calles de Chicago.

-          -Sabes que no quiero que te veas rubia y tonta, y no digo que todas las rubias sean tontas, solo que no quiero que seas rubia y tonta.

-          -Creo haber entendido, mis neuronas funcionan bien, pero su hermoso vestido combina con los zapatos que compre anoche -Miro de nuevo con reproche-.

-          -Vale, pero ya tienes que ponerte ¿no?

-          -Claro que sí, soy Marie, siempre tengo que ponerme -Sutilmente saco una fotografía de su bolso y me la mostraba mientras trataba de colocar mis ojos en el camino-.

-         - ¡Guau!, es hermoso –dije, mientras me mostraba una fotografía de un vestido negro con un toque fino y modesto-, aunque tengo un par de dudas. ¿Por qué llevarías una foto con un vestido, si existen los teléfonos celulares y por qué carajos no me lo habías mostrado antes?

-         - A mi madre le encanto y le saco una foto, estando al lado de una papelería decidió plasmarlo y lo compro para mí.

      Su cara de emoción era impresionante y cómica a la vez.

-         - No preguntare mas –Hizo una mueca-.  Ya estamos llegando, ¿debería pintarme el cabello de un color diferente?

-          -No. – Pero… -No.

-          -Está bien, solo lavado, secado y planchado. Como la ropa.

-         - Empiezas a pensar como gente normal -Decía mientras sonreía como demente-.

Parqueé fuera del lugar, mientras “Ms. Tee” alumbraba en grande desde allí. Eran un par de peluqueros, Andreia, quien era a la que llamaría “la ridículamente morbosa”, y teníamos a Nelz quien seria “el ridículamente no gracioso”, aunque a pesar de ser semi-calvo, logra cortes de cabello asombrosos. Cerré la puerta, puse el seguro, y mientras íbamos entrando en el local, un fuerte dolor de cabeza logro atravesar mis entrañas, pequeñas imágenes de mujeres con vestidos largos, y cabellera abundante, entraron a mi mente, y cuando me di cuenta, estaba en el suelo. Recuerdo que Marie me levanto junto a Nelz y me dieron agua, mientras miraba hacia afuera, los rostros de las personas que pasaban eran como mascaras en las cuales habían rosas, todo paso demasiado rápido, un par de cierre de ojos y todo parecía normal de nuevo.

-          -Julien, ¿Estas bien? –Dijo Marie, preocupada-.

-          -Si, solo fue un pequeño apagón, pero estoy bien.

-          -¿quieres que te lleve al hospital?

-          -No, no, no, todo está bien, te lo juro, solo déjame aquí sentado y tráeme más agua, dile a Andreia que comienza con tu cabello, Nelz hará el mío -Dije tranquilamente para evitar preocupaciones-.

-         - Ok, pero si necesitas algo, avísanos, no quiero que caigas muerto esta noche -Dijo con una sonrisa forzada, estaba preocupada, pero se le pasaría-.

-          -Prometo, no caer muerto esta noche -Alce la mano en relación a juramento y sonreí-.

-         - Vale, quédate aquí -Dijo mientras se iba sentando en la silla negra con colchones hermosamente decorados, eran demasiado cómodas-.

¿   Qué habrá sido eso?, quizá no abre comido bien, quizá fue el latte. El sentimiento fue un poco escalofriante pero, sé que no pasaría más, por lo menos, no por ahora.

Recosté mi cabeza en la silla donde me encontraba, y Nelz ya tenía su mano en mi cabeza, analizando qué carajos hacer con mi cabello.

-         - Lo usual Nelz, no te pases -Rodee mis ojos lentamente-.

-          -Si, lo sé, señor cascarrabias, poco a poco te conviertes en mi perro -Rio en voz baja-.

-          -Si, si, lo que digas. Hice un gesto con mi mano de que continuara, y empezamos la diversión.

01:21 P.M.

Nelz había terminado con mi cabello hace unos pocos minutos, lavado, secado, cepillado, más cepillado, un de color extraño y planchado. Debo decir que se veía impresionante, un rubio más claro de lo usual, pero aun así me encantaba, Marie contemplaba el trabajo de Andreia en el espejo, al parecer se sentía bonita y atractiva, se veía hermosa, sus rizos fueron reemplazados por un semi-lacio cabello color dorado y castaño, que brillaba como el puto sol.

-          -Solo, impresionante.

Tocaba su cabello como si fuese de cristal.

-          -Muy lindo, pendejita –Hice un movimiento de mi cabello en su dirección, se movía muy libremente-.

Mientras pagábamos a Andreia en la caja, miraba hacia afuera un poco, tratando de recordar el aspecto de las personas en mi fugaz momento de ansiedad. Tenían esas máscaras, con rosas, unas marchitas, otras vivaces, pero eran máscaras, pero cuando mire a Marie no tenía esa mascara, era solo ella. Eso era lo único que recordaba, bueno, eso y las mujeres en vestidos largos, como trapos, y hebillas encima del busto, sujetando la larga tela color rubí que colgaba desde su cuello. Miles de joyas encima, como tradición hindú o india, no lograba relacionarlas con personas que conociese.

Salimos envueltos en ego y belleza hacia el auto, mientras me sentaba en la silla del conductor, Marie aun me miraba con cara de preocupación.

-          -Estas seguro que puedes conducir, no quiero que mi cabello quede en un gigante charco de sangre por culpa de tu ataque de bulimia.

Trataba de ser cómica pero, sonaba preocupada.

-         - No te preocupes, estoy bien, paso muy rápido, prometo pedir una cita con mi doctor mañana.

Mirando fijamente el volante, algo se movía en mi mente, como un vago recuerdo. Trate de agarrarlo pero en ese instante se escuchó el sonido del claxon en el auto.

-          -Llamando a tierra, te pregunte si tenías hambre.

Marie me miró con cara de súplica, ella si tenía hambre, yo solo quería una cerveza.

-          -Claro, mujer. Vamos donde Majo, quiero pollo a la plancha y una cerveza.

-          -¡Wiiiiii!, arranque señor conductor.

-          -Loca. – Gay –Por lo menos soy un gay lindo. Tu una loca, con buen cabello, arreglado.
-          Te odio. – Te amo.

02:00 P.M.

Conduje a una velocidad considerable para evitar algún accidente en caso de otro apagón, mientras conducíamos encendí la radio, y una de mis canciones favoritas sonaba a todo volumen, “Sex on fire”, de Kings of leon. Cantamos juntos hasta llegar a un grande y lujoso restaurante donde nos esperaba Mary Jo “Majo”, con una cara llena de amargura y brazos cruzados.

-          -Idiotas. Se atrasaron por lo menos 30 minutos, pensé que no llegarían nunca, para eso existe el teléfono celular -Decía Majo con furia nos dio un manotón en el brazo-.

-         - ¡Oye!, lo siento -Reí fuertemente-.

-          -No esperábamos tardar demasiado, lo siento hermosa ¿nos perdonas?

Marie poseía ese rostro que solo te hacia decir que si.

-          -Está bien, tengo hambre y no he comido por ustedes, agradezcan que les hago un cincuenta por ciento de descuento, porque o si no los dejaría en la ruina.
-          Suave, morena. Vamos a sentarnos.

Hice una reverencia y les indique la mesa.

Mientras nos sentábamos llego el mesero, tomo nuestras órdenes y Marie la ponía al día. Majo era técnicamente la paz y la voz de un pueblo, su gigante restaurante daba abasto para una ciudad. Y su comida era la mejor. Poseía por lo menos 21 restaurantes en 4 estados, incluyendo NY y CA. Lo que decía se hacía, era un líder, y una buena persona, pero si la enojabas, era como enojar a Hera, ira mortal. La conocí hace 9 años, Abría su 2do restaurante y hablamos en la apertura. No sabía que conocía a Marie y Oscar.
Pedí pollo a la plancha, si iba a pretender que tenía hambre sería con algo que por lo menos me abriera el apetito, Maire pidió chuleta, y Majo carne con vegetales. Cuando estaba a punto de darle el primer mordisco a mi pollo, un manotazo ruidoso y doloroso se sintió en mi espalda, grite un poco, y me di la vuelta rápidamente, creía tener en mente quien lo hizo.

-          -¡Negro!, casi me partes la columna, ¿cómo te va?

Era Dereck, socio de Majo, segundo dueño de los restaurantes, y parte de nuestro pequeño círculo social.

-          -¡Gay!, estoy excelente, y con hambre, me sentare con ustedes. Hola amor mío. -Saludo a Marie-.

-           -Hola, compañera -Saludo a Majo- con un rostro perverso. Solían decirse compañero debido a una pequeña discusión que tuvieron anteriormente. Es nuestro amigo, pero le dijo a Majo, “compañera” mientras hablaban, y Majo, “la hermosa y amargadita” salió a flote, y le dijo que ya no eran amigos sino compañeros. El drama con el que tenia que vivir a diario era un poco complicado.

-          -Hola, Dereck, sigues tan negro como ayer.

-          -Gracias -Le dio un pequeño beso en la mejilla y llamo al camarero para tomar su orden-. -Filete.

-A Dereck no le gustaba que le dijeran moreno, ni achocolatado, ni café con leche, ni nada por el estilo, su color era un tono moreno, pero él decía que era negro. En fin, sus raíces afrocolombianas le dieron unos genes peculiares.

-          -Irás esta noche ¿cierto? -Espete mientras trataba de tragar-.

-         - Yo no soy como ustedes, yo si recuerdo las cosas, llevaré a Majo yo mismo -Miró con superioridad y rio-.

-          -Todos me atacan de esa manera, duele -Hice un gesto de dolor-.

-          -Por ser tan gay -Dijo Dereck, a modo de burla-.

Siempre se burlaba conmigo de eso, el ser gay nunca fue un obstáculo para mi, pero siempre nos burlábamos del tema, hasta yo mismo. El nunca diría algo así para lastimarme, éramos muy unidos.

-          -Yo también te quiero, mi negro -Reímos mientras el miraba con cara de asco-.



5:30 P.M.
Fue todo un almuerzo, reímos, molestamos, e íbamos casi tarde, se supone que ayudaríamos a Oscar a ordenar las mesas y conectar los aparatos en “Ride”. Íbamos por lo menos 1 hora atrasados y aun no llegábamos a casa.

-          -Oscar nos matara -Marie tenía esa cara de preocupación-.

-          -Relájate.

-          -Nos matara.

-          -Relájate.

-          -Yo no puedo relajarme como tú.

Movió las manos en el aire con ansiedad.

-          -En realidad nunca me relajo, solo me trago el lado negativo de las cosas.

-          -¿Sabe bien?

-          -En realidad no -La mire con asco-.

Llegamos al apartamento, para darme un baño y cambiarme, luego tendrías que llegar a su apartamento y que ella haga lo mismo, luego tomaríamos un taxi a “Ride”.

Mientras me cambiaba, escuchaba un instrumental hermoso, piano, violín, y el bullicio de Marie en el primer piso, gritándome que me apurara. Todo junto era una perfecta melodía. Termine rápidamente de colocarme los zapatos y corrimos a tomar un taxi en la entrada, olvidaba guardar el auto en el garaje, lo hicimos precisamente antes de que llegara.

6:03 P.M.

Una vez en casa de Marie, tomo sus tacones y corrió al baño con el vestido. Primera vez que vi una mujer darse un baño y cambiarse en menos de 20 minutos. Me jalo del brazo mientras se rociaba colonia y miles de fragancias para cada parte del cuerpo. Me llevo afuera mientras llegaba el otro taxi. Una vez dentro suspiro profundamente y tomo el teléfono para llamar a Oscar. Sonó una vez, sonó dos veces.

-          -Te juro que nos matara -Agarraba el celular con fuerza-.

-         - Cálmate mujer, te dará un ataque en la teta izquierda.

Reía mientras tocaba su seno izquierda como si fuese un corazón latiendo.

-         - Ya basta. Seguro no me quiere contestar. Se fue al buzón de voz.

-          -Llama de nuevo -Le dije despreocupado-.

-          -Lo intentare una vez más.

Alguien contesto, una voz femenina.

-          -¿Hola?

-         - ¿Quién eres?

-          -Leelee.

Aquí estaba la bestia del alcohol, dueña de Ride, y a la vez su bartender principal, y una estrella del rock a escondidas, la amo en silencio.

-         - ¡Hola, lee!, ¿Dónde está Oscar? Vamos en camino, un poco tarde pero iremos a ayudar.

-          -Está instalando los bafles en la escalera de arriba. Dejo su celular en el bar.

-          -¿Alguna señal de que este molesto?

-          -No que yo sepa, pero deberían apurarse, esta ordenando como tonto, no sabe lo que es la simetría al parecer, estoy a punto de colapsar.

-          -En 10 minutos amiga -Puso una sonrisa en su rostro y colgó el teléfono-.

-          -Está molesto, hace eso cada vez que está molesto.

-          -¿Qué cosa?

-          -La simetría, pierde el factor de la lógica y la simetría.

Me burle un poco para ver su cara de preocupación.

-          -¡Cállate idiota!, tú también estarás en problemas si está molesto.

-          -Está bien, mujer, relájate.

-         -¡Bien!

-         - ¡Bien!

6:29 P.M.

El taxi tomo exactamente 25 minutos en llegar. Pagamos y nos bajamos rápidamente. Un dolor punzante paso por mi cabeza y tropecé, pero no me apague. Marie no se dio cuenta, así que camine normalmente y entre a “Ride”. Lo primero que vi fue un gran desastre con las mesas, estaban limpias pero lo que tenía que ser tres líneas de 4 mesas cada una, parecía una “M”, con 5 mesas de un lado y 3 del otro. Hasta un orco borracho podía hacerlo mejor. Lo de la simetría no era mentira.

-          -¿Qué mierda paso aquí? ¿Un tornado?- Grité, mientras miraba el horror físico-.

-          -Gracias por llegar temprano.

Oscar nos miraba con tranquilidad y un poco sudado.

-          -¿Crees que este molesto? -Me susurro Marie por el reojo-.

-          -A punto de matarnos -Susurré-.

-          -Hola Oscar, ahora iré a arreglar tu desastre, los dejo.

Me miro con reproche mientras me alejaba de la dramática escena que se formaría en un par de minutos.

Mire el techo, estaba decorado con globos azules y blanco. La nieve de la entrada estaba barrida a los lados, la escalera al segundo piso, tenía imágenes de Old Parr (Su whiskey favorito), y Leelee estaba recostada a la escalera haciendo una pequeña siesta. Con unas medias veladas negras, y un camisón blanco, su corto cabello peinado correcta y hermosamente y sus labios de un rojo mate color “te quitare a tu marido”. Sacudí un poco su hombro y con un bostezo dijo:

-          -Miley, ¿eres tú?

-          -Ojala fuese Miley Cyrus, así tendría más dinero que todos ustedes juntos. Reí vagamente.

-          -Me gusta como quedo tu cabello.

Ella solo analizaba y me peinada debidamente. Era como mi estilista.

-          -¿Corregiste sus pequeños errores de posicionamiento? –Preguntó-.

-          -Sí, no pesaban tanto como creía.

Mire lo que había hecho al caminar, colocar las 4 filas de modo parejo.

-          Falta la banda que debería llegar en una hora, y los invitados en 2 o 3 –Bostezo-.

Hablaba de Allen otro amigo del círculo social, vocalista de la banda “Tainted”.
Era muy reconocido en Chicago. Tocaban en bares, luego pasaron a conciertos. Un rock alternativo que me mataba. Hermoso sonido de invierno.

-          -Iré a chismosear si la cosa se tranquilizó, no pude desearle feliz cumpleaños.

-         - Yo menos, estuve tan ocupada que olvide que esto era para él, vamos.

Cuidadosamente bajamos para darle un grito sorpresa.

Una vez detrás de él y Marie gritamos con fuerza. “¡Feliz Cumpleaños!”. Ellos giraron bruscamente ante el sonoro coro que Leelee y yo hicimos y sonrieron.

-          -Gracias, pensé que lo habían olvidado, a pesar que esta fiesta era para mí -Lo dijo con la mayor tranquilidad del mundo, me dio escalofríos-.

-          -¿Abrazo? –Pregunté-.

Nunca lo había abrazado, se supone que por cortesía lo tenía que hacer.

-          -Claro –Espetó-.

Un abrazo entre amigos, normal, no se vio para nada gay, seguramente él pensaba lo mismo.

-          -Que homosexuales se ven, lo juro -Aclaro Marie con una sonrisa, y se unió al abrazo-.

-          -Que lindos todos, yo también –Dijo Leelee-.

Un poco fría pero con sentimientos, hizo el intento.

De repente la puerta principal se golpeó con la pared, y Dereck y Majo entraron corriendo a unirse al abrazo.

-          -¡Feliz cumpleaños hermano!

-          -Feliz cumpleaños Oscar.

Semi amargada pero hermosa con su vestido se unió al grupo, y yo ya me sentía aplastado.

Alguien grito desde la puerta: “¡Abrazo de cumpleaños!”, era Allen y su banda, todos cuatro corrieron a unirse y cantar feliz cumpleaños mientras a mí me volvían arepa. Logre zafarme desde abajo y me salí de la rueda que se había formado, cerré la puerta principal y abrace a Allen por detrás. Le daba mucho afecto, tanto hasta que se sintiera incómodo.

-          -Deja de tocarme.

-         - Pero es que eres apapachable.

Puse cara de niño pequeño con ganas de llorar.

-         - No me interesa -Dijo, con una sonrisa en su rostro. A él nunca lo vi actuar con disgusto y cuando actuaba con disgusto es porque algo realmente lo alteraba-.

-          -Está bien.

Lo solté y corrí al segundo piso a encender las luces que Oscar había colocado arriba. Se veían genial, típico de él, pero la simetría lo traicionaba, y eso era algo que no olvidaría nunca.

-         - ¡Ya suéltenme que me arrugaran la ropa! -Oscar hizo su intento de gritar, pero le salía como cuando tratas de hablar con un señor de edad, así, lento, y educado, como aburrido-.

Todos lo soltaron y comenzaron a ayudar a preparar el lugar para la noche. Majo trajo la cena para todos, y a Dereck ya le rugía el estómago, así que tratamos de hacer nuestra labor rápidamente para así poder comer todos juntos y luego abrir el bar.

Desde el segundo piso miraba a lo lejos, tratando de recordar el vestido de las imágenes, y algo más llego a mí con una punzada de dolor: “Gatos negros, una cama grande y dorada, lana, la sensación de suavidad en mi cuerpo, brazaletes de oro, fuego, libros quedamos, montañas de libros en fuego”. Cuando me di cuenta estaba de rodillas, sentí algo caliente en mi boca, hierro, sangre, salía de mi nariz, luego dejo de hacerlo. Trate de colocarme de pie, y mire hacia abajo, estaban todos abajo, alrededor de Leelee quien estaba en el suelo acostada, no, desmayada. Trate de moverme pero no estaba listo aun, mire por la ventana y las personas afuera tenían esas mascaras de nuevo. Blancas algunas en forma de gato, florales, rosas rojas, unas marchitas una vivaces, mire a los chicos, ellos me gritaban mi nombre pero aun no captaba, no podía concentrarme, me puse de pie cuidadosamente y corrí al baño. Me lave el líquido hirviendo que salía de mis fosas nasales, rojo, como el fuego, ese fuego.

Al salir del baño Leelee estaba recostada en la silla, ya estaba mejor, Marie nos miraba de una forma extraña como si hubiésemos hecho algo malo.

-         - ¿Acaso ustedes se drogaron hoy?

-          -¿Qué?-Exclamamos Leelee y yo al tiempo-.

-          Los dos se han desmayado hoy, deberían comer algo, o me los llevo al hospital.

-          -Prefiero comer algo y quedarme aquí, estoy bien, gracias, fue un apagón extraño.

-         - Espero se mejoren rápido, no quiero hacer de niñera hoy.

Nos miró con preocupación, realmente nos quería ver bien, así que sonreí y Leelee hizo un gesto de paz con las manos.

-          -Julien, ¿Dónde te metiste?, te llamaba como loca.

-         - Disculpa estaba en el baño, tenía que hacer pis –Mentí-.

-         - Está bien, ves a la mesa, iremos a comer.

Era extraño el ver a Leelee, como si no estuviese allí, literalmente, tenía mucho mareo, casi tropiezo mientras caminaba a la mesa. Pero aún se me hacía raro, ¿sería que Leelee habría visto algo?, luego de comer le preguntaría en privado. Mientras comía todo se me pasaba, me sentía mejor. El sabor del pollo estaba mejor que nunca, mi boca se sentía seca, pero aun así, no tenía hambre, últimamente comía solo por la necesidad de 4 comidas al día. Leelee me miro con un poco de pavor mientras comíamos, quería decirme algo, ¿Seria cierto? ¿Tuvo una visión, o lo que sea que eso fuese?

Una vez terminamos de comer, Leelee me llamo arriba.

-          -Julien, ayúdame con los cables de las luces, no quiero que nadie se caiga-Lo grito para que todos escucharan, y me miro con preocupación-.

-         - Si quieres lo hago yo –Grito el negro desde el sofá-.

-         -No, gracias, Julien puede hacerlo, ya que llego tarde, le toca.

Subo rápidamente y con gran agilidad abrió la puerta del segundo piso y me tiro dentro de la habitación de las luces mientras cerraba con llave.

-          -¿Que viste? –Espete-.

-          -¿Cómo sabes que vi algo?

-          -Por qué esta tarde yo vi algo también, y hace 20 minutos vi un poco más, así que, ¿qué sucedió? –Trate de ser directo para evitar una larga conversación-.

-          Era una sensación rara, y luego algo en mi cabeza dolía.

Toco su sien con incomodidad.

-         - Déjame adivinar ¿una sensación de migraña punzante?

-          - Exacto. Como lo…

-          -Por qué me desmaye esta tarde en la peluquería, continua.

Ella tuvo lo mismo que yo- , pensé en mis adentros.

-          -Era extraño, primero fueron luces muy fuertes, luego parecía fuego, y luego vi una torre entera en llamas, mientras la gente caía desde arriba, tú estabas con algo puesto, era extraño, una clase de toga, no lo recuerdo, pero sé que era tú, en la ventana, tenías esa expresión de odio. Yo no podía moverme. Todo paso rápido, cuando desperté, solo quería sentarme, tenía miedo. ¿Cómo se relaciona esto contigo?, sería un sueño, era muy vivido. --No sé qué mierda fue eso.

Vi la expresión de Leelee y era lógico que tuviese miedo.

-          -Yo vi libros, paginas quemarse en una habitación de oro. Todo se quemaba y yo solo estaba acostado, como si no me importase. ¿Pudiste ver las máscaras?

-          -¿Mascaras? ¿De qué mascaras me hablas?

-          -Las personas con máscaras. Afuera. –Quizá no sepa nada- pensé.

-          -¿Te refieres a nosotros usando mascaras?

-          -No, no nosotros, pero el resto de las personas.

-          -No, todo estaba normal cuando desperté, pero tuve un sentimiento extraño en mi piel, como si se desvaneciese, quizá estaba mareada. -Abría la puerta de nuevo-.

-          -Deberíamos bajar, deben estar preguntándose qué hacemos, no digas esto a nadie, por ahora no tienen relación con nada, así que probablemente tuvo que ser la contusión, en el caso que te pase de nuevo, vamos al hospital.

Fue la única solución racional que me llegaba.

-          -Está bien -Bajó rápidamente las escaleras hacia el bar a terminar de limpiar-.

Mientras bajaba solo podía pensar en una cosa: “Quiero un maldito trago”.

7:58 P.M.

Pase la ultima hora, abriendo la puerta y agradeciendo la llegada de cada uno de los invitados, cada vez eran más personas, Jeezer, Andreia, Nelz, Rubi, y muchos otros más. Trataba de no hacer contacto visual con Leelee, sentía su mirada clavada en mí todo el tiempo, miraba de reojo buscando duda en su rostro, pero era extraño que algo como eso perturbara su realidad, quizá fue todo imaginado, su mente jugando con ella.

Trague saliva profundamente y me acerque al bar, pedí un Martini, o como ella le llamaba a mis martinis, “Martenis”, larga historia de borrachos y su pérdida de sentidos mientras no sienten la lengua. Me seguía mirando, era algo incómodo, ella esperaba que dijera algo, pero ¿Qué demonios podría comentarle al respecto?

-         - Leelee, ¿segura que puedes atender el bar sola? – Pregunté rápidamente mientras trataba de mirarla con disimulo- Hay mucha gente y seguramente se amontonen aquí mientras tratas de descansar.

-          -Obvio, no se me hace difícil atender un montón de borrachos con poca gracia. Y si te refieres a mi reciente caída, pues ya estoy mejor gracias, solo hay un par de cosas que me tienen preocupada. –Miró en dirección a Dereck- Tengo un leve presentimiento, no lo sé, es difícil de explicar.

-         - Estas temblando –Mire su mano mientras me servía-, te diré algo, yo también me he sentido extraño desde lo que paso. Como si no fuese yo mismo.

-          -Creo que eres menos gay que ayer, ¿Cómo puedes lograr comportarte hoy?, ¿tomaste píldoras o algo así? –dijo, burlona-.

-          -Nunca hermosa, siempre seré su amigo gay a punto de convertirlos a todos.

Reímos fuertemente, ya no me sentía incómodo cerca de ella, era más, como un sentimiento de hermandad, cambiamos de ánimo fácilmente, una canción especial sonaba al fondo, justo lo que necesitaba “tompkins Square Park”, Mumford & sons, se sobraron. Baile suavemente en mi asiento mientras todos los demás gritaban en la pista de baile y algunos hacían la mímica del tema.

9:49 P.M.

La mitad de los chicos gritaban y tomaban sin parar, la otra mitad, se reía, las mujeres siempre coquetas y fieles a su educación, estaban igual que ellos, ya ni siquiera sabían que era un nombre, reían con poder y estruendos que me encantaban. Yo seguí con mi quinto Martini, era suficiente para desinhibirme en pocas horas.

Leelee, seguía rígida pero nunca borracha, servía alcohol a diestra y siniestra, y se fijaba en mi presencia cada vez que me sentaba en el bar, me decía que dolía demasiado, su cabeza quería explotar, al igual que la mía, estábamos tranquilos. Esperábamos que el alcohol hiciera el efecto esperado, porque ni una aspirina quería funcionar a estas alturas. Dereck miraba en nuestra dirección, con rostro frustrado pero aliviado se puso de pie y se acercó.

-          -Sé que algo les pasa, si no me quieren decir pueden irse a la mierda, pero si necesitan algo, hablen que no son mudos –Su voz fue imponente y cálida-, vengan, salgamos un momento.

-          -No sé de qué hablas, y no puedo dejar el bar solo, esta gente pide alcohol como holandeses.

Leelee suspiraba mientras servía mas alcohol a los que llegaban, ya la hora de los cocteles había pasado, todos pedía trago seco y en las rocas.

-        -  Les diré a Jeez y a Nelz que te ayuden mientras tomamos aire, me estoy ahogando, --dije con una mano en la frente y con mi ojo ardiendo--.

-         - Pero solo serán unos minutos, ¿ok?

-          -Todo bien. –Sonrió Dereck con cara de perverso-.

Salimos a la terraza, y giramos a la izquierda, justo detrás del bar, en un callejón profundo, con buena iluminación a pesar de la fría noche. Llevamos nuestros abrigos hasta el cierre, el frio relajaba mi cabeza, no sentía tanto dolor ahora.

La mortificante noche se adentró más y más en los bosques que veía hacia el sur, las personas afuera solo caminaban mirando hacia abajo, para no perder del paso la hermosa nieve que caía y se arrinconaba en los autos, techos, luces y plantas. Respiramos cada vez más suave, miraba como Leelee, sonreía mientras miraba los copos caer, estaba mejor, no quería volver adentro. Nadie se percataría que faltamos ahora mismo, di un par de vueltas, y gire para ver cómo nos miraba Dereck. Una mirada penetrante y radiante, con decepción y a la vez con curiosidad, me preguntaba que pensaba, que mierda asquerosa pensaba.

-          -¿Aún les duele la cabeza? –Preguntó Dereck mientras se estiraba-.

-         - En realidad me siento como flotando, ya no me duele, esta nieve es milagrosa. –Dijo Leelee mientras hacia una bola con la nieve- Aunque me congele los sesos.
-          Seeeee… -- Susurré con una sonrisa en el rostro—Podría estar aquí por siempre.

-         - Lamentablemente no podemos, pero hare algo más por ustedes, los librare de tantas cargas. –Dijo mientras giraba mi cabeza en su dirección-.

Lo único que esperaba era un maldito dulce, sé que amaba los dulces, tanto como mi vida. Di un paso atrás mientras miraba esos ojos llenos de decepción, y dolor. Di otro paso atrás y agarre de Leelee empujándola detrás de mí.

-         - ¿Qué mierd…? –Ella no pudo terminar cuando de repente los barrotes de hierro cayeron justamente enfrente a nosotros-

Sin sonido se clavaron en el duro cemento, luego parecían flotar de nuevo en el aire y apuntaron directamente a nosotros. Dereck miraba con aburrimiento pero calculador. Trate de correr pero, Leelee grito fuertemente mientras se aferraba a mi hombro, y en ese momento un dolor impresionante cobro vida en mi cabeza, matando desde dentro, sentí como si mis orbitas fuesen a explotar, acero moviéndose en mi frente, un dolor como el de las llamas en la entrepierna, dolor que quemaba, que freía mis sentidos, que a pesar de ser indiscutiblemente horrible ya no lo sentía, estaba petrificado en dolor, pero ya pasaba. Mire hacia el frente, Dereck maldecido, y los barrotes volaron a gran rapidez en mi dirección, me di la vuelta y lo que quedaba de mí solo decía, “No quiero morir”, abrase a Leelee que estaba igual de petrificada. Lo siguiente fue un sonido cortante en el aire,  la pequeña punzada en mi espalda, luego una presión en mi estómago, y otra punzada en mi ombligo, un líquido caliente se sentía en mis piernas, mis ojos se cerraban poco a poco, los de Leelee tenían una lagrima, mientras intentaba secarla me dije, “Por lo menos no dejes de que llore”.

-          Perdónenme, pero es necesario. –Se escuchó el susurro desde muy lejos-.
Era yo quien estaba muy lejos, mientras caía al frio suelo.

“A la final las personas saben cómo herir, destruir, escalar, liberarse, escalar más alto, redimirse, seguir escalando, y en ultimas olvidar hasta su propia muerte y existencia.”



“Y el fuego subía desde el primer piso, quemando cada uno de las paginas leídas, calcinando cada fragmento de conocimiento escrito en hojas de árboles suicidas, y en el último piso, estaba el maestre, dueño de tal basto conocimiento, leyendo una nueva adquisición, traída desde lo lejos, en lengua innombrable. Leyó y leyó, hasta que quedó dormido, y en el fuego su cuerpo inmolo. Tal perdida de inteligencia fue tirada a los cerdos, carne, carne frita para los tiranos y muerte a la autosuficiencia, muerte a el labrador que crio su infinita devoción, muerte a las criaturas de un Dios que los poseyó el mal, y destruyeron el rancho del tesoro eterno, el edén de los libros.”


De los secretos del Inmortal, C.A

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