sábado, 26 de septiembre de 2015

Como uno de "ellos".

Existen personas que poseen gigantes bolsas debajo de sus ojos, esas bolsas están llenas de lagrimas, de inocencia, adoloridos rostros llenos de furia, una furia que no logra ser intensa, me compadecía de esas personas.

Luego vino el tiempo, y me hizo recordar que puede ser cualquiera, esas personas que tienen un gran potencial, personas que apreciaría, personas que me ayudarían a crecer, personas que llegarían a ser especiales, una personas de la que me enamoraría, sin querer, momentáneamente. Quizá es demasiado el tener que inflar los globos para que puedan flotar, tener que llenar de aire un cuerpo que "desperdicia espacio". Pero no él.

Quizá el desperdiciar espacio sea lo que me hizo pensar "que" fui yo alguna vez. Un zángano, muerto en vida, mientras con cuchillas e hilos cortaba venas y mas venas en mi cuerpo, dejando que la sangre brotara libremente encontrando su camino hacia el suelo, que llenara a la madre tierra de mi energía desperdiciada en nada. 

Mientras Aradia y Cernunnos me observaban sin ni siquiera darme cuenta que su existencia era fina, potente y única, yo cambiaba los lazos de las personas, destruyendo vidas, creando bolsas debajo de los ojos en los débiles, mientras yo me destruía, destruía a los demás, a esos que me apoyaban, a esos que memorizaban cada una de mis acciones y solo pretendían aconsejarme para hacerlas mejor. 

Él llegó, usando su sonrisa de oro, ya roto por dentro, con sus rizos semi-dorados, su infancia desmoronada por el ser adulto. Me miraba con ojos de envidia, de "¿por que no nací siendo tu?", y yo solo podía contestarle con miradas tristes, por que mientras crecía me di cuenta que no era suficiente un "Estarás mejor", "hay mejores días", "aguanta un poco mas", no, tenias que convencerlo de que te simpatizaba, que sabia todo por lo que pasaba, y no decir palabras de aliento, era darle energía, para que tuviese mas aliento. Las palabras mueren a mitad de camino, pero el poder de una sonrisa, nunca muere, tal y como el karma.
Quizá es fuera mi mal karma, quizá el era cuestión de la vida, quizá sus acciones me preocupaban, moría cada vez que el moría por salir de su calvario, de su celda fétida y claustrofobica, mientras sus gritos se escuchaban en cada amanecer, mientras su llanto no me dejaba dormir por las noches, mientras la conexión entre el y yo era mucho mas fuerte que no sabia si caerme de la cama a propósito para saber lo que sentía, o tirarme en un puente para sentir el alivio de tantas emociones combinada, de darme un placebo, una pastilla para dormir en el puerto del silencio, ir al nirvana, morir en el vació.

Mientras los días pasaban, mas me alejaba, por que comprendía que él no cambiara fácilmente, era pesado para mi espalda, era una carga que no podía sobrellevar, así que lo deje caer, y el sonido sordo falleció una vez cerró sus ojos mientras miraba los míos.

Luego alguien me dijo: "¿Lo quieres salvar?, pues tienes que bajar a la profundidad de tu alma y sentir lo que el siento, para luego traerlo de vuelta.", pero lo que obsesivamente me daba vueltas en la cabeza era el miedo a quedarme en el fondo al igual que él.

Mientras lo pensaba lo intentaba, bajar al fondo, desencadenar un centenar de emociones, de libertades cognitivas, para dejarlas morir, matarlas, pisotearlas, quedarme sin juicio, sin propósitos, sin nada que me amparara. Sin vida.

Caí, en el fondo, frió y desconsolado, y lo encontré.
Y de repente solo supe, que el quería estar aquí, no quería salir de aquí, por que era demasiado cómodo, el sentimiento de la duda, de haber perdido el equilibrio, un enorme vacío de violencia muda, ningún sonido, solo la nada.

Es por eso que salí de nuevo, evitando el deseo de quedarme allí abajo, para no tener que escuchar las voces de las estúpidas personas con bolsas en los ojos, sin darme cuenta que yo me había vuelto una de ellas.

La realidad era tan pura como los vestidos de novia, tan pura como la ambrosía. Tan dulce como el néctar.
Pero tan patética como los gusanos.

Así que le pregunte una ultima vez: "¿Por que no vienes conmigo y exploramos nuestro ser juntos?", así mismo el respondió: "Por que no se trata del ruido, se trata del silencio.". Sellé mis labios con cinta adhesiva y viví con ojos abiertos el resto de mi humilde existencia.

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