Decidí mirarte a los ojos,
Canté susurrando tu nombre,
Y sus alma se sonrojaron.
Meditando entre las ánimas,
Escuché tu melódica risa,
Me enteré de que existías,
Y sus almas se calmaron.
Caminando entre las ánimas,
Logré tocar tu hombro,
Me miraste sin recelo,
Y sus almas sonrieron.
Sentado entre las ánimas,
Tu voz no era una estruendo,
Era un simple desafío,
A lo bueno de este cuento.
Hablando con las ánimas,
Me pediste ser tu amigo,
Para no ser tu enemigo,
Y así poder estar conmigo.
Observando entre las ánimas,
Fue cuando vi tu gran despecho,
Por que algún daño ya estaba hecho,
Y de locura se impregnaron.
Llorando entre las ánimas,
Tu me trajiste al mundo entero,
Tu me dices lo que quiero,
Y no me mientes por mentir.
Viviendo entre las ánimas,
Tu eres el sol de la mañana,
La que calienta mis huesos,
Y te emocionas con la nada.
Molestando a las ánimas,
Tu eres una poderosa,
Sino las mas hermosa,
Y de rubio te tiñes tu aura.
Callando entre las ánimas,
Tu silencio es solo un tema,
Que ilumina mis poemas,
Y no se quiere despegar.
Durmiendo entre las ánimas,
Eres la guardia en plena espera,
Una bruja sin temor ni pena,
Que cumple deseos en los sueños.
Despertando entre las ánimas,
Eres lo primero que veo,
Lo que en mi vida necesito y deseo,
Lo que nunca me hará llorar de tristeza.
Conquistando a las ánimas,
Tu eres una melodía infinita,
Mientras se toca el piano con dulzura,
Pero fría como el hielo seco,
Mientras las conquistas a todas.
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