martes, 10 de febrero de 2015

En Busqueda de la Locura (Prologo)

 “Le hable al viento pero él no me respondió, no escuche respuesta alguna, nada. Le hable al viento pero él no me respondía, el viento no oye, el viento no habla, él no siente. La locura se quería apoderar de mí y yo la dejé entrar.”

Esa madrugada Cameron Greenwood despertó de ese sueño, una realidad alterna que no podía sobrellevar en sí mismo, esa sensación de gritar y destruir todo a su alrededor, pero eso no era un sueño, era una pesadilla, esa oscuridad tan perversa que teñía todo el color a un negro profundo lleno de nada. Froto su frente con su mano mojada, bañada en sudor, esa noche soñó lo mismo que todas las noches:

Cameron corria por el bosque en búsqueda de algo, miles de personas se atravesaban a su alrededor, miles de olores, miles de voces, miles de esencias llenas de pavor y dolor, se agacho, no podía más, puso su cabeza en sus rodillas y dejo que todo se consumiera a su alrededor, que todo se sumiera en la oscuridad total, mientras todo se desvanecía sobre él, miles de gritos resonando en su cabeza como trompetas, agua, un rio, ¿el mar?, no, el sonido era aún más suave, como algo que caía en picada, suavemente y sin temor a morir en el asfalto, el giro la cabeza y vio las miles de personas que se encontraban a su alrededor, le tendían la mano pero él se alejaba de ellas, él les temía, luego todos desaparecieron, dejándolo solo.

Soledad ese era el sentimiento que el experimentaba cada día, ese sentimiento de angustia, ese sentimiento de destrucción que poseía dentro.

Cameron puso uno de sus pies en la sandalia que se encontraba en los pieseros de la cama, busco la otra con la mirada, y una mano salió debajo de su cama poniendo la otra sandalia a su disposición. Ya le parecía normal ver cosas que no pertenecían a la realidad, cosas que no eran de ningún mundo, aunque si el las imaginaba posiblemente pertenecían a su mundo, interior, a su mente, a su universo de infinitas imágenes difusas.

Cuando Cameron tenía 10 años empezaba a experimentar visiones y a oír cosas que no eran normales, duro mucho tiempo creyendo que eran espíritus y/o fantasmas del más allá, que venían a atormentarle la pobre existencia, una existencia tan marchita gracias a sus padres.

Tommy y Marcie Greenwood, padre y madre de Cameron se oponían a las cosas que eran inusuales a su antigua forma de vivir, computadoras, teléfonos celulares súper inteligentes, etc., aunque no solo se oponían a lo material, también al comportamiento humano, enseñaron a sus hijos de cómo se tenía que vivir la vida en tres simples pasos: Estudiar, Trabajar y Enamorarse. Si, enamorarse al final, ya que hacerlo desde el principio podría ser la mayor distracción y luego acabaría con todo lo que pudo haber construido. Un padre machista que al parecer era trabajar su mayor satisfacción y un madre controladora de las emociones de sus hijos, ¡vaya familia!, casualmente pensaba Cameron.

Sus hermanos Kane y Gloria nunca estuvieron de acuerdo en la forma en las que se les enseñaba, ellos eran mellizos, cada uno con 26 años recién cumplidos solamente 2 meses atrás.

En fin, se creía que Cameron poseía este don que al final solo lo atormentaba, pero fue en donde un psicólogo donde se descubrió una terrible verdad que podría cambiar su vida, tenía indicios de esquizofrenia. Todo, las visiones, los sonidos, los sueños, al parecer todo indiciaba que empezaba a construir una pequeña fortaleza en su mente la cual lo estaba llevando a la locura total. Esto, para Cameron no fue absolutamente nada, ya que aun en su etapa joven-adulta no le hacía ningún efecto, no tenía cambio alguno de su personalidad, y era completamente estable, no mientras no dormía, claro está.

Se la paso de psicólogo en psicólogo, contestando preguntas, sometiéndose a experimentos, probando medicinas que al parecer no surtían efecto, alejándolo de la realidad solo para tratar de convencerlo de que tenía un problema, un problema que al parecer él ya podía controlar. Desde ese momento el dejo de temerle a sus visiones, y empezó a creer en sí mismo. Temblaba mucho cuando veía algo que realmente no quería ver pero aun así se mantuvo firme ante el hecho de que todo era una gran mentira, nada de eso existía, él podía distinguir que era real y que era una mentira.

A los 15 años Cameron se rebeldizo como cualquier otro adolescente, él quería una vida normal sin tanto llanto ni locura alguna, pero sus padres no se la daban, ellos querían que él se curara, sus hermanos creían en él y en que él podría con el problema, pero no había nada que ellos pudieran hacer para hacer cambiar de parecer a los padres, cada paso que daban o cada consejo a sus padres parecía infructífero, inservible.

A sus 16 se enamoró de una chica que no era la correcta, le rompió el corazón… un par de veces, una típica relación de adolescentes. A sus 17 se dio cuenta que no solo las chicas le llamaban la atención, también había atracción entre los chicos, y pues los chicos también sentían una atracción por él, un niño joven caucásico, ojos miel, con unas cejas y piel perfecta, eso era Cameron, era como un dios Romano, perfecto.

Tenía muchos amigos en ese entonces, pero todo se alejaban cuando conocían la terrible verdad, era algo tan insoportable para ellos, porque a veces el perdía en control, no con violencia, solo que su mente le jugaba malas pasadas, se enfrentaba todos los días con un muñeco hecho de papel tapando la puerta hacia la escuela que no lo dejaba entrar a menos que le dijera de qué color era, se topaba con cosas muy inusuales, pero él no podía dejarlas pasar como si nada, él tenía miedo a tocarlas, tenía miedo a que todo fuera real, el solo seguía las condiciones de uso de su terrible maldición, la cual podría llamarse claramente así.

Cumplió los 18 años y empezó a imaginar una vida perfecta para él, como sería que haría, en poco tiempo logro alejarse de sus padres y se fue a vivir con sus hermanos. Cameron empezó sus estudios universitarios en una Universidad pública de arte la cual solo aceptaba una clase de estudiantes, algo así como un estudiante especifico. A Cameron le encantaba el arte ya que era la única forma en la que se podía expresar abiertamente, y al parecer en esa universidad solo había gente muy rara, que hasta él se sentía normal. Una de sus compañeras decía poder ver el aura de las personas, su inusual brillo, su color o la ausencia del mismo, otro compartía un don de poder saber que pensaban los otros, lo escalofriante era que la mayoría de las veces acertaba, el dibujaba.

La pintura fue el punto fuerte de Cameron, logro hacer muchas, unas misteriosas otras muy gráficas, pero todas ellas se concentraban en lo que él veía, su enfermedad mental se transformó en su aliada para poder conseguir una A en su examen de fin de semestre.
Encontró amigos verdaderos, ellos tenían poca información acerca de su estado psicológico lo cual no se notaba mucho, él vivía de esa manera y logro no afectarle el hecho de que quizás estaba loco, pero ¿Quién diría que lo estaba?, nadie sabe cuál podría ser la verdadera realidad del mundo, quizás los locos no ven lo que otros, o no escuchan lo que otros, pero eso no quiere decir que eso no forme parte de la realidad.

Aprendió a tocar el piano, a entender sentimientos ocultos en un libro, a leer los rasgos faciales, logro controlar todo lo que era, él era invencible, pero obviamente no era feliz.
Su cama estaba fría a pesar de que la calefacción estaba a 24 grados, siempre subió un poco más la temperatura dependiendo del día, y de la época, era un poco obsesivo, al momento de copiar y pegar en una computadora no podía dejar de presionar los comandos automáticos, era muy gracioso y a él le parecía muy fastidioso.

Ideas surgían siempre en su cabeza, preguntas sin explicaciones, sin respuesta, o respuestas que no podían ser sujetas a una pregunta específica, logró pensar lo que él quería sin que nadie le dijera si lo podía o no hacer. Continuo su tratamiento: pastillas, masajes, pruebas con máquinas que lo dejaban confundido y sin fuerza, pero aun así no se encontraba en esa situación de miedo o temor por lo que su enfermedad pudiera causarle, lo que aún no había pasado, y según él, nunca podría pasar, él estaba controlado, el no tenía miedo alguno de las cosas extrañas ajenas a su realidad.

Cuando cumplió la mayoría de edad empezaba a sentirse normal y su ambiente social se volvió un poco más seguro, nunca tuvo esos pensamientos psicóticos de los que su psicólogo trataba de sacarlo, nunca los tuvo, ¿Quién era el loco ahora?, se preguntaba cada vez que el traía el tema a flote, patético pero ¡que más daba!, no había nada que podía hacer, ese era el trabajo de un psicólogo.

Se levanto de la cama exitosamente moviendo sus brazos en el aire para poder despertar cada musculo profundamente dormido en su cuerpo, era de contextura media, y con unos 1,70 metros que todos podrían confirmar, pero era muy guapo y todos y todas lo miraban, ladeo su cabeza a los lados para aliviar el dolor cuello, bostezo un par de veces y se decidió ir al baño que se encontraba justamente en su cuarto, verifico por si veía alguna cucaracha, le tenía ¡pavor! a las cucarachas, ese miedo tan incomprensible, ya que cuando le preguntaban no lo podía explicar, no le gustaba ni pensar en ello. Tomo su cepillo de dientes azul marino, su color favorito, y lo lleno de crema dental, se cepillo y tomo una ducha inmediatamente, eran las 4 am, no podía dormir más. Cuando salió de la ducha bajo al primer piso para comer algo rápidamente, luego subió esperando no despertar a nadie y entro a su cuarto, tiró la toalla en la cama, y se puso encima una sudadera de color negro con una raya roja a los lados de esta, también uso una camisilla azul marino con líneas blancas, y una chaqueta para el frio, tomo el mp4 de su chaqueta y reprodujo su canción preferida, “Dear True Love” de Sleeping at last, e hizo que todo el álbum se reprodujera automáticamente, luego se calzo unos deportivos blancos con azul y salió del cuarto cerrando su puerta con tal cuidado que su hermano no oyera el chirrido que esta hacia cuando se cerraba completamente. Salió a su terraza y se decidió empezar a trotar, era invierno las calles estaban frías y la nieve empezaba a llenar las calles, pero los senderos de trote aún estaban despejados. Todas las mañanas trotaba unos 3 kilómetros ida y vuelta para poder liberar frustración y todas esas pequeñas adicciones y pensamientos negativos que pudieran estar llenando su mente, el día estaba un poco claro, y el bosque se pintaba a su derecha, era un profundo bosque, sus árboles eran altos y hermosos, el lugar perfecto para meditar, pero el solo trotaba a su lado porque le temía, sus pensamientos se alterarían y podía asustarse rápidamente con lo que podría imaginarse en ese bosque, una ilusión tan cruel que mataba del susto. Pero allí estaba él, un pequeño niño, con una mascara de gato negro o algo parecido, adentrándose en el bosque, gritando: “!Richard, Richard, donde estas!”, parecía su vecino de al frente, estaba muy seguro de que el pequeño Tommy se había podido escapar para buscar a su hermano, pero lo raro es que eran las 4:30 am, era casi imposible que eso pudiera haber pasado, pensó que quizás fue una de sus ilusiones, pero sonaba muy real, el niño gritaba: “!Richard, no me asustes!”, y allí fue cuando recordó a el pequeño Richard su hermano mayor, solo tenían unos 3 años de diferencia y Tommy tenía solo 7 años, y les encantaba jugar a las escondidas.

Cameron miro hacia el bosque y veía como el pequeño enmascarado se adentraba aún más, su mente estaba confundida, ¿Lo seguía o lo dejaría?, lo pensó muchas veces, pero él no era una mala persona, no podía quedarse allí viéndolo perderse en el bosque, él estaba demasiado seguro de que era real, lo presentía, una corazonada.

“Lo salvaría, lo salvaría, aunque fuera una terrible mentira, aún lo salvaria.”

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