“Le hable al
viento pero él no me respondió, no escuche respuesta alguna, nada. Le hable al
viento pero él no me respondía, el viento no oye, el viento no habla, él no
siente. La locura se quería apoderar de mí y yo la dejé entrar.”
Esa madrugada Cameron Greenwood despertó de ese sueño,
una realidad alterna que no podía sobrellevar en sí mismo, esa sensación de
gritar y destruir todo a su alrededor, pero eso no era un sueño, era una
pesadilla, esa oscuridad tan perversa que teñía todo el color a un negro
profundo lleno de nada. Froto su frente con su mano mojada, bañada en sudor,
esa noche soñó lo mismo que todas las noches:
Cameron corria por el bosque en búsqueda de algo, miles
de personas se atravesaban a su alrededor, miles de olores, miles de voces,
miles de esencias llenas de pavor y dolor, se agacho, no podía más, puso su
cabeza en sus rodillas y dejo que todo se consumiera a su alrededor, que todo
se sumiera en la oscuridad total, mientras todo se desvanecía sobre él, miles
de gritos resonando en su cabeza como trompetas, agua, un rio, ¿el mar?, no, el
sonido era aún más suave, como algo que caía en picada, suavemente y sin temor
a morir en el asfalto, el giro la cabeza y vio las miles de personas que se
encontraban a su alrededor, le tendían la mano pero él se alejaba de ellas, él
les temía, luego todos desaparecieron, dejándolo solo.
Soledad ese era el sentimiento que el experimentaba cada día,
ese sentimiento de angustia, ese sentimiento de destrucción que poseía dentro.
Cameron puso uno de sus pies en la sandalia que se
encontraba en los pieseros de la cama, busco la otra con la mirada, y una mano salió
debajo de su cama poniendo la otra sandalia a su disposición. Ya le parecía
normal ver cosas que no pertenecían a la realidad, cosas que no eran de ningún
mundo, aunque si el las imaginaba posiblemente pertenecían a su mundo, interior,
a su mente, a su universo de infinitas imágenes difusas.
Cuando Cameron tenía 10 años empezaba a experimentar
visiones y a oír cosas que no eran normales, duro mucho tiempo creyendo que
eran espíritus y/o fantasmas del más allá, que venían a atormentarle la pobre
existencia, una existencia tan marchita gracias a sus padres.
Tommy y Marcie Greenwood, padre y madre de Cameron se
oponían a las cosas que eran inusuales a su antigua forma de vivir,
computadoras, teléfonos celulares súper inteligentes, etc., aunque no solo se
oponían a lo material, también al comportamiento humano, enseñaron a sus hijos
de cómo se tenía que vivir la vida en tres simples pasos: Estudiar, Trabajar y
Enamorarse. Si, enamorarse al final, ya que hacerlo desde el principio podría
ser la mayor distracción y luego acabaría con todo lo que pudo haber construido.
Un padre machista que al parecer era trabajar su mayor satisfacción y un madre
controladora de las emociones de sus hijos, ¡vaya familia!, casualmente pensaba
Cameron.
Sus hermanos Kane y Gloria nunca estuvieron de acuerdo en
la forma en las que se les enseñaba, ellos eran mellizos, cada uno con 26 años
recién cumplidos solamente 2 meses atrás.
En fin, se creía que Cameron poseía este don que al final
solo lo atormentaba, pero fue en donde un psicólogo donde se descubrió una
terrible verdad que podría cambiar su vida, tenía indicios de esquizofrenia.
Todo, las visiones, los sonidos, los sueños, al parecer todo indiciaba que
empezaba a construir una pequeña fortaleza en su mente la cual lo estaba llevando
a la locura total. Esto, para Cameron no fue absolutamente nada, ya que aun en
su etapa joven-adulta no le hacía ningún efecto, no tenía cambio alguno de su
personalidad, y era completamente estable, no mientras no dormía, claro está.
Se la paso de psicólogo en psicólogo, contestando
preguntas, sometiéndose a experimentos, probando medicinas que al parecer no
surtían efecto, alejándolo de la realidad solo para tratar de convencerlo de
que tenía un problema, un problema que al parecer él ya podía controlar. Desde
ese momento el dejo de temerle a sus visiones, y empezó a creer en sí mismo.
Temblaba mucho cuando veía algo que realmente no quería ver pero aun así se
mantuvo firme ante el hecho de que todo era una gran mentira, nada de eso
existía, él podía distinguir que era real y que era una mentira.
A los 15 años Cameron se rebeldizo como cualquier otro
adolescente, él quería una vida normal sin tanto llanto ni locura alguna, pero
sus padres no se la daban, ellos querían que él se curara, sus hermanos creían
en él y en que él podría con el problema, pero no había nada que ellos pudieran
hacer para hacer cambiar de parecer a los padres, cada paso que daban o cada
consejo a sus padres parecía infructífero, inservible.
A sus 16 se enamoró de una chica que no era la correcta,
le rompió el corazón… un par de veces, una típica relación de adolescentes. A
sus 17 se dio cuenta que no solo las chicas le llamaban la atención, también
había atracción entre los chicos, y pues los chicos también sentían una
atracción por él, un niño joven caucásico, ojos miel, con unas cejas y piel
perfecta, eso era Cameron, era como un dios Romano, perfecto.
Tenía muchos amigos en ese entonces, pero todo se
alejaban cuando conocían la terrible verdad, era algo tan insoportable para
ellos, porque a veces el perdía en control, no con violencia, solo que su mente
le jugaba malas pasadas, se enfrentaba todos los días con un muñeco hecho de
papel tapando la puerta hacia la escuela que no lo dejaba entrar a menos que le
dijera de qué color era, se topaba con cosas muy inusuales, pero él no podía
dejarlas pasar como si nada, él tenía miedo a tocarlas, tenía miedo a que todo
fuera real, el solo seguía las condiciones de uso de su terrible maldición, la
cual podría llamarse claramente así.
Cumplió los 18 años y empezó a imaginar una vida perfecta
para él, como sería que haría, en poco tiempo logro alejarse de sus padres y se
fue a vivir con sus hermanos. Cameron empezó sus estudios universitarios en una
Universidad pública de arte la cual solo aceptaba una clase de estudiantes,
algo así como un estudiante especifico. A Cameron le encantaba el arte ya que
era la única forma en la que se podía expresar abiertamente, y al parecer en
esa universidad solo había gente muy rara, que hasta él se sentía normal. Una
de sus compañeras decía poder ver el aura de las personas, su inusual brillo,
su color o la ausencia del mismo, otro compartía un don de poder saber que
pensaban los otros, lo escalofriante era que la mayoría de las veces acertaba,
el dibujaba.
La pintura fue el punto fuerte de Cameron, logro hacer
muchas, unas misteriosas otras muy gráficas, pero todas ellas se concentraban
en lo que él veía, su enfermedad mental se transformó en su aliada para poder
conseguir una A en su examen de fin de semestre.
Encontró amigos verdaderos, ellos tenían poca información
acerca de su estado psicológico lo cual no se notaba mucho, él vivía de esa
manera y logro no afectarle el hecho de que quizás estaba loco, pero ¿Quién
diría que lo estaba?, nadie sabe cuál podría ser la verdadera realidad del
mundo, quizás los locos no ven lo que otros, o no escuchan lo que otros, pero
eso no quiere decir que eso no forme parte de la realidad.
Aprendió a tocar el piano, a entender sentimientos
ocultos en un libro, a leer los rasgos faciales, logro controlar todo lo que
era, él era invencible, pero obviamente no era feliz.
Su cama estaba fría a pesar de que la calefacción estaba
a 24 grados, siempre subió un poco más la temperatura dependiendo del día, y de
la época, era un poco obsesivo, al momento de copiar y pegar en una computadora
no podía dejar de presionar los comandos automáticos, era muy gracioso y a él
le parecía muy fastidioso.
Ideas surgían siempre en su cabeza, preguntas sin
explicaciones, sin respuesta, o respuestas que no podían ser sujetas a una
pregunta específica, logró pensar lo que él quería sin que nadie le dijera si
lo podía o no hacer. Continuo su tratamiento: pastillas, masajes, pruebas con máquinas
que lo dejaban confundido y sin fuerza, pero aun así no se encontraba en esa
situación de miedo o temor por lo que su enfermedad pudiera causarle, lo que aún
no había pasado, y según él, nunca podría pasar, él estaba controlado, el no tenía
miedo alguno de las cosas extrañas ajenas a su realidad.
Cuando cumplió la mayoría de edad empezaba a sentirse
normal y su ambiente social se volvió un poco más seguro, nunca tuvo esos
pensamientos psicóticos de los que su psicólogo trataba de sacarlo, nunca los
tuvo, ¿Quién era el loco ahora?, se preguntaba cada vez que el traía el tema a
flote, patético pero ¡que más daba!, no había nada que podía hacer, ese era el
trabajo de un psicólogo.
Se levanto de la cama exitosamente moviendo sus brazos en
el aire para poder despertar cada musculo profundamente dormido en su cuerpo,
era de contextura media, y con unos 1,70 metros que todos podrían confirmar,
pero era muy guapo y todos y todas lo miraban, ladeo su cabeza a los lados para
aliviar el dolor cuello, bostezo un par de veces y se decidió ir al baño que se
encontraba justamente en su cuarto, verifico por si veía alguna cucaracha, le tenía
¡pavor! a las cucarachas, ese miedo tan incomprensible, ya que cuando le
preguntaban no lo podía explicar, no le gustaba ni pensar en ello. Tomo su
cepillo de dientes azul marino, su color favorito, y lo lleno de crema dental,
se cepillo y tomo una ducha inmediatamente, eran las 4 am, no podía dormir más.
Cuando salió de la ducha bajo al primer piso para comer algo rápidamente, luego
subió esperando no despertar a nadie y entro a su cuarto, tiró la toalla en la
cama, y se puso encima una sudadera de color negro con una raya roja a los
lados de esta, también uso una camisilla azul marino con líneas blancas, y una
chaqueta para el frio, tomo el mp4 de su chaqueta y reprodujo su canción
preferida, “Dear True Love” de Sleeping at last, e hizo que todo el álbum se
reprodujera automáticamente, luego se calzo unos deportivos blancos con azul y salió
del cuarto cerrando su puerta con tal cuidado que su hermano no oyera el
chirrido que esta hacia cuando se cerraba completamente. Salió a su terraza y
se decidió empezar a trotar, era invierno las calles estaban frías y la nieve
empezaba a llenar las calles, pero los senderos de trote aún estaban
despejados. Todas las mañanas trotaba unos 3 kilómetros ida y vuelta para poder
liberar frustración y todas esas pequeñas adicciones y pensamientos negativos
que pudieran estar llenando su mente, el día estaba un poco claro, y el bosque
se pintaba a su derecha, era un profundo bosque, sus árboles eran altos y
hermosos, el lugar perfecto para meditar, pero el solo trotaba a su lado porque
le temía, sus pensamientos se alterarían y podía asustarse rápidamente con lo
que podría imaginarse en ese bosque, una ilusión tan cruel que mataba del
susto. Pero allí estaba él, un pequeño niño, con una mascara de gato negro o algo parecido, adentrándose en el bosque,
gritando: “!Richard, Richard, donde estas!”, parecía su vecino de al frente,
estaba muy seguro de que el pequeño Tommy se había podido escapar para buscar a su hermano, pero lo raro
es que eran las 4:30 am, era casi imposible que eso pudiera haber pasado, pensó
que quizás fue una de sus ilusiones, pero sonaba muy real, el niño gritaba:
“!Richard, no me asustes!”, y allí fue cuando recordó a el pequeño Richard su
hermano mayor, solo tenían unos 3 años de diferencia y Tommy tenía solo 7 años,
y les encantaba jugar a las escondidas.
Cameron miro hacia el bosque y veía como el pequeño enmascarado se
adentraba aún más, su mente estaba confundida, ¿Lo seguía o lo dejaría?, lo
pensó muchas veces, pero él no era una mala persona, no podía quedarse allí
viéndolo perderse en el bosque, él estaba demasiado seguro de que era real, lo presentía,
una corazonada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario